Un día el médico Yago le dijo:
- Fabio estoy preocupado por ti: estás muy gordito y eso no es bueno.
- Lo sé… pero no sé qué hacer… - contestó Fabio.
- Quizá podrías hacer un poco de deporte.
Así que Fabio hizo caso a Yago y al día siguiente se fue a hacer deporte con la jirafa Sara. Pero la jirafa Sara corría todos los días. Así que Fabio no aguantó ni un minuto. Se despidió de la jirafa Sara y buscó a otro animal para hacer deporte.
Encontró al gorila Gorilón. El gorila Gorilón estaba escalando árboles. El elefante Fabio le preguntó si podía hacer deporte con él. El gorila Gorilón dijo que sí. Cuando el elefante Fabio intentó escalar el árbol empezó a crujir. Era tan gordo que casi rompe el tronco. El gorila Gorilón comenzó a gritar asustado y se lanzó a otro árbol. El elefante Fabio decidió irse a hacer deporte con otro animal pero antes cogió un plátano de gorila Gorilón. Estaba tan cansado que necesitaba comer algo.
Por el camino se encontró a pingüino Pingüi. El elefante Fabio le preguntó si podían nadar juntos en su piscina. El pingüino Pingüi le dijo que sí podía. Juntos se fueron a la piscina. Pero cuando se fue a meter en la piscina, el elefante Fabio se lanzó en bomba y toda el agua salió disparada de la piscina. El pingüino Pingüi y todos sus amigos se quedaron picoabiertos. El elefante Fabio salió con disimulo hacia su casa.
Al llegar, se encontró con su amigo el elefante Juan.
-¿Qué te pasa elefante Fabio?
-Estoy triste porque todos dicen que estoy gordo.
-Pero… ¿tú eres un elefante no?
-Sí claro – dijo Fabio.
-Entonces el problema no es que estés gordo: es que eres un elefante. Y los elefantes somos grandes.
Así el elefante Fabio se dio cuenta de que tenemos que gustarnos como somos.